sábado, 22 de mayo de 2010

BICENTENARIO DE NUESTRA PATRIA


Los sucesos de mayo de 1810 son consecuencia de hitos históricos que revolucionaron el mundo hispanoamericano, en aspectos políticos, económicos y sociológicos. Sustancialmente estos cambios fueron el corolario de la emancipación de los Estados Unidos y la Revolución Francesa.

Los preceptos transformadores puestos en juego, renovaron la vida europea en el último cuarto de siglo XVIII y la primera década del siglo XIX, siendo esta constelación de ideas, la causante de la revisión de los paradigmas políticos existentes en el espíritu criollo de las colonias.
Es indudable que 1810 marcó el puntapié inicial de la insurrección de casi todas las colonias del nuevo mundo.
En este escenario Buenos Aires vivió intensas tensiones, estimuladas por las luchas de grupos patrióticos contrapuestos, lo que derivó en la ilación de una acentuada inestabilidad política.
Con el devenir del tiempo el ejecutivo cambió en varias oportunidades, pero esta circunstancia no significó que los aires revolucionarios perdieran sus bríos iniciales. La revolución se convirtió en un negocio para algunos sectores que promovieron la política como el sustento de una carrera profesional que perseguía tanto intereses particulares como colectivos.
De lo expuesto se puede inferir que la Revolución de Mayo no fue popular en las élites regionales del interior, ya que éstas percibieron que sus intereses políticos y económicos perdían terreno frente a los del poder central que ostentaba la Capital.
El camino de la victoria no era fácil, hoy como ayer la participación de la sociedad estaba restringida a un grupo minoritario de personas con educación, las mayorías no tenían el derecho de intervenir en las discusiones.
Es quizás este tópico el mayor desafío que nos impone el Bicentenario: establecer las bases de una educación que posibilite el acceso de todos los sectores a la toma de decisiones, que sienten los cimientos del interés general de la nación.
Las semejanzas que se advierten entre aquellos días de 1810 y el hoy, resultan por demás evidentes, la sensación de UNIDAD NACIONAL era insuficiente, inclusive en el seno de BUENOS AIRES. Los resquemores de las provincias del interior no sugerían un Estado unitario, muy por el contrario el término “Argentina” no significaba nada más que una mirada geográfica en sentido general.
Si no contextuáramos estas apreciaciones, cualquiera podría pensar que nos estamos refiriendo a la realidad que nos toca vivir en la actualidad.
En estos días en el que impera la argentinidad en todos los rincones de nuestra Patria les propongo algunos pensamientos del Gral. Manuel Belgrano que pese a haber sido expuestos hace doscientos años atrás, están plenamente vigentes en nuestra Argentina del Bicentenario.



“Deseo ardorosamente el mejoramiento de los pueblos. El bien público está en todos los instantes ante mi vida”.
“Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la patria”.
“Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene conocimientos económicos, será sin comercio un país desgraciado, esterilizando su felicidad y holgando su industria”.
“Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más que lo que desgraciadamente somos”.
“Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido”.
“Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para aquéllos”
¿Qué otra cosa son los individuos de un gobierno, que los agentes de negocios de la sociedad, para arreglarlos y dirigirlos del modo que conforme al interés público.
Reflexionemos al respecto, este Bicentenario es una nueva oportunidad de encauzar nuestra fortuna y hacer que la Argentina finalmente alcance el resultado de la suma de sus prometedoras potencialidades.
“Que el espíritu de los prohombres que sentaron las bases de nuestra patria impere en todos y cada uno de nosotros, tomemos conciencia de que nuestra función docente nos compromete, con el destino de las nuevas generaciones de argentinos”

lunes, 3 de mayo de 2010

La Unión Docentes Argentinos transcribe a continuación palabras de nuestro compañero Mariano Fóppoli

Estimados compañeros DOCENTES

El pasado 30 de Abril de 2010 tomé una decisión muy importante en mi vida profesional, renuncié al cargo de vocal de Junta de Clasificación en la Zona V, motivado por razones estrictamente personales que afectan mi salud. Esta relevante determinación fue tomada en el seno de mi familia y no existen extrañas causales que hayan provocado este alejamiento.
Quiero manifestar que fue un honor para mí haber representado en estos dos años a todos los Docentes por igual. Agradezco en primer lugar a la comunidad educativa, en su conjunto, que confió en mí y me dió su voto de confianza, en segundo término a la Unión Docentes Argentinos que me posibilitó acceder a ese lugar de privilegio, y a su vez comprendió que por sobre todas las cosas lo que cuenta es el bienestar de las personas.
Para todos aquellos que han planteado hipótesis de mi distamciamiento sin fundamento, les digo que la UDA me ofreció seguir luchando por los derechos de todos mis compañeros docentes, pero priorizando mis convicciones familiares rechacé la oferta y decidí volver a dar clase.
Seguiré siendo un afiliado incondicional de la Unión Docentes Argentinos, abrazando la defensa de nuestra querida Educación Técnica desde mí puesto de trabajo, ni más ni menos como muchos de Ustedes.
Finalmente quiero agradecer a todos por leer estas palabras.
Gracias a mis compañeros vocales de Junta IV y V, a los colaboradores y por sobre todo a la Unión Docentes Argentinos.


MARIANO J. FÓPPOLI

sábado, 1 de mayo de 2010

TRABAJO, QUIERO TRABAJO.

Cruzando los salitrales
uno se muere de sed
aquello es puro desierto
y allí no hay nada que hacer

Trabajo, quiero trabajo
porque esto no puede ser
un día veré al desierto
convertido en un vergel.

El río es puro paisaje,
lejos sus aguas se van,
pero mis campos se queman
sin acequias ni canal.

Trabajo, quiero trabajo,
porque esto no puede ser
un día veré a mi campo
convertido en un vergel.

Las entrañas de la tierra
va el minero a revolver
saca tesoros ajenos
y muere de hambre después.

Trabajo, quiero trabajo
porque esto no puede ser
no quiero que nadie pase
las penas que yo pasé.

Despacito, paisanito,
despacito y tenga fe,
que en la noche del minero
ya comienza a amanecer.

Trabajo, quiero trabajo,
porque esto no puede ser.

Letra de ATAHUALPA